Dividir y doblar, la brecha, la velocidad.
A veces una conversación con un colega sobre algún aspecto metodológico concreto deriva en una sucesión de reflexiones cuasi-filosóficas sobre metodología y estilos de enseñanza.
Esto nos pasó a Manu Izquierdo, entrenador mini de San Isidro, y a mi el otro día en una conversación ‘whatsapera’.
Tras vernos en el Torneo de CB Pontumio hablábamos de lo poco que nos gusta el pasar y cortar en mini y, en contraposición lo que sí gustamos del dividir y doblar.
Aunque no es lo que nos ocupa en esta entrada, básicamente el cortar y pasar, en cuanto se aprende a defenderlo, deriva en una secuencia de jugadoras danzando sobre el balón sin producir nada, ya que (casi) nunca se ejecuta el esperado pase al corte. ¿Quiere decir eso que tras un pase no hay que cortar al aro? Para nada. Hay que enseñarles a leer la defensa y en cuanto esta desatienda su marca meter un corte decidido a canasta. De hecho los cortes desde lado débil, tan escasos, son una fuente inagotable de ventajas.
En las etapas de iniciación puede ser la mejor manera de hacerles entender que no puedo estar quieto, entonces tras pasar me muevo. El movimiento más natural del pequeño es seguir la propia dirección del balón.
Por contra, una vez introducidos en el concepto de movimiento sin balón, la dinámica de dividir y doblar impulsa un juego mucho más vertical y cuando el balón llega de la penetradora a la jugadora exterior o interior que recibe el pase tras ayuda defensiva, esta siempre va a tener un segundo de ventaja con balón.
Y ahora venía la pregunta del millón:
¿Cómo trabajamos dividir y doblar con las más pequeñas?
Si pienso en Javi Torralba seguro que él comenzaría con una tarea de 2c2 o 3c3 donde la jugadora con balón tuviese que ir a canasta y a partir de ahí buscar soluciones en caso de ayuda defensiva. Con esta rutina las propias jugadoras demandarían que aspectos técnico-tácticos necesitan para el éxito en la tarea. Entonces trabajaría en analítico esos aspectos y volvería a la tarea inicial con más recursos adquiridos.
En una versión metodológica más clásica y, quizás, más sencilla para jugadoras mini, yo lo trabajo en ruedas asociativas desde diferentes espacios. En ruedas de 2×0 combinamos el trabajo de pase con el de espacios. Obvio decir que esto necesita de un trabajo técnico previo de pase sobre bote desde diferentes ángulos y direcciones.
Estas ruedas las haremos con la jugadora con balón atacando desde arriba, desde 45, desde el fondo y su compañera de asociación variando su espacio en el cuadrante. Con la segunda jugadora podemos trabajar recepción y tiro, recepción y reatacar, recepción y pase extra así como recepciones atacando o alejándose del balón. Aquí entra en valor el repertorio de cada entrenador.
Primero implicamos a dos jugadoras, para sumar una más y tener un pase extra y otra posible oportunidad de división con balón. Después implicamos a más y giramos el balón (que es cambiarlo de lado según el argot Torralba) para atacar contra recuperación.
Tras el trabajo x0 le añadiríamos defensora a la jugadora con balón, introduciendo el concepto de fijarla para doblar el pase. Después sumamos defensora de su compañera, obligándola a la ayuda sobre penetradora para así ir creando poco a poco un escenario real donde todas entiendan el objetivo final y como afecta a nuestra forma de jugar. Y, la clave en todo esto, ayudándolas a una mejor toma de decisiones en acciones que son siempre comprometidas en tiempo y espacio.
Opciones extra en la dinámica dividir y doblar.
Uno de los riesgos que corremos con esta dinámica de juego es que se convierta en un 5 abiertos permanente y la secuencia se parezca a un partido de rugby: penetro, me paran, la paso y el siguiente lo mismo, y así sucesivamente. Entonces, si no gano en un 1c1, ¿no puedo jugar?
TÉCNICA INDIVIDUAL. Ganar el 1c1
Lo primero sería trabajar sin descanso la técnica individual, manejo de balón, apoyos, amenaza desde bote, fintas corporales, disociación, contacto corporal, uso de manos, etc.. que nos permita ganar en el 1c1, atraer a las ayudas defensivas y generar ventajas con balón.
POSTE BAJO.
Además… ¿Y si le decimos al que dobla que se pare en el poste bajo, se siente y la pida antes de marcharse?
Esto nos obliga a enseñarles a trabajar de espaldas al aro sin balón para aprender a pedir y recibir.
Con balón para tener fundamentos de pivotes, apoyos, fintas y finalizaciones suficientes para ser peligrosos cerca del aro. Y pasar, aprender a pasar dentro-fuera.
¿Y si en vez de marcharse se queda y trabaja spacing básico en 2c2 con el siguiente penetrador?
Si la penetración es por arriba voy al espacio inferior, si es por abajo ocupo el espacio superior.
EVITAR EL ESTATISMO.
Ocupar el espacio de la que divide.
Abandonar el espacio propio para que lo ocupe la jugadora en la continuación.
Cuando se dobla el pase cortar desde lado contrario al balón.
Enseñarles a los posibles receptores a jugar con sus defensores. Mantenerlos atentos y aprovechar sus despistes. Movernos sin balón para que la defensa esté ocupada de nosotros en vez del balón y, en caso de que la defensa deje de atendernos hacer una puerta atrás, por ejemplo, o un corte desde lado contrario.
En estadios más avanzados: REGLAS.
Con grupos mini de segundo año, podemos introducir cierto orden en el caos, proponiendo reglas para ordenar un mínimo el libre movimiento de balón y la toma de decisiones.
Por ejemplo, regla: no hay dos penetraciones seguidas. Si jugador divide y dobla, siguiente realiza un pase extra y el receptor de ese pase sí puede volver a dividir. Esto genera que el segundo penetrador lo haga con más espacio ya que la defensa estará recuperando su posición después del desplazamiento defensivo del primer 1c1 y el primer pase tras penetración.
Llegados a este punto de conversación surge otra cuestión relevante.
¿Somos conscientes los entrenadores de minibasket de la brecha que existe entre lo que nosotros tenemos en la cabeza y lo que los niños y niñas entienden?
Nosotros llevamos, con suerte, años de baloncesto en nuestra mochila, lo hemos visto en directo, en vídeo, lo hemos experimentado como jugadores, hasta lo hemos estudiado con detenimiento.
Es nuestro trabajo ir de la situación final hacia atrás y construir tareas metodológicas de ejecuciones sencillas, para sumarlas y generar rutinas entendibles por ellas. Ayudarlas a reconocer esas situaciones.
La empatía funciona. Nos obligamos a ponernos en la cabeza de una niña de 10-11 años, con uno o dos años de experiencia y tiene que entender una forma de concebir el juego continuo de ataque estático que queremos para nuestro equipo.
Esa brecha ¿qué origen tiene? ¿Depende únicamente del número de neuronas que la niña y el niño aún tiene por fabricar? ¿Es una cuestión más experiencial?
Planteadas estas dudas, dice Diego Ruano, mi psicólogo deportivo de cabecera, que es una cuestión de etapa de desarrollo y experiencia. Hablando siempre sobre aspectos generales, no particulares de cada jugadora. A esta edad en la que se va a desarrollar su pensamiento espacial (dónde está con respecto a una referencia, diferenciación izquierda-derecha) puede haber una gran disparidad en la maduración o desarrollo cerebral dentro del mismo rango de edad. Algo que se va homogeneizando progresivamente. Si además ha carecido previamente de un ambiente que estimulase ese pensamiento espacial, o incluso la comprensión de las instrucciones, el momento de desarrollo en que se encuentra puede ser anterior al de los demás.
De esto concluimos, de nuevo, la necesidad de desmenuzar tareas donde exista un contexto para que entiendan lo que queremos conseguir.
Además es importante hacerles entender qué significa cada nombre que le damos a una acción. Doblar, doblar el pase, dividir, vertical, ofensiva, fijar a la defensora… (Recuerdo una alevin de segundo año que, tras una temporada con ella, me dijo avergonzada que no entendía que significaba dividir. Lo había escuchado cien veces entrenando y nunca se atrevió a preguntárselo a nadie. Tenemos que tener en consideración estos detalles. No dar nada por sabido, nada por sentado previamente y explicarlo todo, muchas veces).
Salta de pronto otro debate:
¿Sacrificamos velocidad por lectura?
¿Preferimos que sean muy verticales o que piensen antes? ¿Facilita el aprendizaje y la toma de decisiones limitar espacios y/o tiempos?
Dice Antonio Cánovas que todos los jugadores mejoran la velocidad decisional en base a la experiencia, porque reconocen el patrón contextual antes. No hay problema en sacrificar velocidad (que no es lo mismo que pararse). Al jugador hay que ponerlo en situaciones incómodas para que la lógica evolución haga que le parezcan más cómodas cada vez. Limitar el tiempo es casi la única herramienta que tenemos para aumentar la velocidad. Esto y las ventajas que desaparecen (4c3 + 1, por ejemplo).
Además apunta que hay que introducir estos contextos a velocidad real pero en solo cuando el jugador sea capaz de entrenar lo que queremos. Se trata de aumentar la velocidad progresivamente.
“Por ejemplo, si yo quiero trabajar el concepto de doblar, lo explico en una tarea en superioridad y dejo libertad. Una vez que veo que tienen un cierto % de éxito, limito el tiempo. Y después, exprimo. Si paso a otra tarea en superioridad con más jugadores, de nuevo dejo libertad y después limito el tiempo. Y después, vuelvo a exprimir.
Cuando exprimo, se ven carencias técnicas (y a veces con la primera limitación temporal también). Las identificamos, las trabajamos y seguimos”.
En contraposición Nino Solana, entrenador de UCAM, cree que no debemos jugar con la velocidad, ralentizando la ejecución y la toma de decisiones y sí hacerlo con los espacios y el número de jugadores. Más espacio, menos jugadores, más ventaja respecto a la defensa. Variando estos parámetros influiremos sobre el aprendizaje y la velocidad.
Entonces ¿La verticalidad hacia el aro limita la pausa necesaria para leer? ¿Qué fomentamos? ¿Es posible un equilibrio?
Mozan, de manera poética, nos dice que “una vez a tu defensor logras rebasar, de velocidad has de bajar. En lo de ser verticales absolutamente de acuerdo con lo que decís, y desde mi punto de vista una vez conseguido eso creo que hay que decelerarse para poder hacer una buena lectura y toma de decisión”.
Nino Solana acota esto, “la clave para mi es hacer tareas donde tengan que atender a varios focos, acostumbrarlos a antes de recibir estar ya mirando el juego. Muchas veces los pequeños se paran porque tienen dudas”.
Siguiendo las reflexiones de cada uno pienso que yo tengo una premini de primer año que es enormemente vertical, pero cuando va en carrera si no puede finalizar se para, sostiene el bote y recalcula la situación a partir de ahí. Ajusta mentalmente los nuevos espacios y pasa o reataca. Nadie se lo ha enseñado, lo hace de manera natural y es asombroso verla hacer eso a una edad tan temprana. A partir de ella como ejemplo puedo enseñarle al resto del grupo a hacer lo mismo, ser ofensivas pero no empotrarse si no hay solución de finalización. Pararse, botar atrás y releer la nueva situación para volver a ser rápida si es necesario.
Como veis, en una conversación de entrenadores se pasa de un tema a otro con suma facilidad. Puntos de vista basados en la experiencia que enriquecen a cada participante en la charla.
Muy bueno y apropiado, hay que aprovechar.